Conociendo Chuquis de Perú
Desde que en el año 2000 tomé conocimiento de la existencia de un pueblo llamado CHUQUIS en Perú, nació y creció en mí la intención de viajar para conocerlo, pero con la tónica de un intercambio cultural, un hermanamiento de estos dos pueblos que vaya a saber porqué llevan el mismo nombre.
Vanos fueron mis intentos durante diez años para encontrar a alguien que me ayudase a cumplir mi propósito. Los mail no eran respondidos, la embajada peruana me prometió por formalidad ocuparse del asunto, igual promesa me hizo el consulado en Córdoba, los peruanos residentes en La Rioja desconocían la existencia de un Chuquis en su patria natal.
Ignoro en manos de qué cartero habrá tomado el rumbo al canasto de los papales aquella mi primera carta en la que, entre otras cosas, le decía: ¡Hola, Chuquis peruano! Soy el Chuquis argentino. Me sorprende y emociona hasta las lágrimas descubrir que tengo un hermano mellizo. (…) Me encantaría saber algo de ti. Cuándo naciste? Por qué te llamas así? Quiénes fueron tus padres? A qué se dedican tus hijos? Espero ansioso tu respuesta.
Fue en noviembre de 2008, más precisamente el día 26, que mi sobrino Ariel, residente en Ushuaia pero tan fanático como yo, recibió este mail que encauzaría la historia por el camino afanosamente buscado y profundamente anhelado. Le escribo porque vos es me imagino de ese lindo pueblo de Chuquis, un pueblo como el mío. Nombre que ostentamos en recuerdo a sus habitantes originarios. Se encuentra en el departamento de Huánuco, provincia Dos de Mayo, Perú, zona central. Sería para mí un placer de intercambiar lazos de amistad y experiencias históricas de nuestros pueblos, ya que me da una alegría que un pueblo argentino es homónimo de mi Chuquis. FLAVIO PÉREZ SALAS.
Desde ese día mi diálogo con el “chuquisino” Flavio (así dicen ellos y no “chuqueño” como nosotros), que vive en Lima, me permitió avanzar, ampliando los datos que me brindaba Internet y concretando los pasos que se tradujeron en un pasaje en avión para el jueves 15 de octubre. En realidad lo había proyectado para estar el 18 de septiembre en la fiesta cívica por la elevación de Chuquis al rango de “distrito”, pero el temor a la gripe A pudo más que yo. “Si esperé diez años, me dije, puedo esperar un poco más y estar el 18 de octubre para la fiesta patronal en honor a San Lucas”. Sin proponérmelo, también esta fecha formaría parte del “hermanamiento”, porque ese día los chuqueños riojanos estaríamos de fiesta patronal en honor a la Virgen del Rosario. Reconozco que sin la compañía y la ayuda de mi amigo Flavio hubiese perdido el 90% de la experiencia.
Ya de regreso a casa, deseo compartir mi experiencia, no tanto por satisfacción personal cuanto porque así me lo pidieron los chuqueños cuando me despidieron: Cuando vuelva, nos tiene que contar cómo le fue. Desde ya que no se trata de un relato exhaustivo, no es mi intención escribir un tratado de geografía, o de historia, o de sociología. Uniendo lo que quedó grabado en mi memoria, más las anotaciones que fui registrando en mi libreta de viajero, las 200 y pico de fotografías que tomé y lo que quedó en la cinta de mi grabador, he aquí una síntesis de lo que viví entre el 17 y del 20 de octubre de 2009 en el pueblo peruano llamado Chuquis.
“Diario 1968”
ADEMÁS DE AGRADECER AL DIARIO EL INDEPENDIENTE LA POSIBLIDAD DE ESTA PUBLICACIÓN, DESEO QUE LA MISMA SEA MI MODESTO HOMENAJE EN SUS CINCUENTA AÑOS DE SERVICIO AL PUEBLO RIOJANO. Tengo el honor de haber sido el gestor de la primera visita de Mons. Angelelli al diario en 1968. Alilo Ortiz.
QUÉ SIGNIFICA CHUQUIS.
Así como en Argentina los investigadores no coinciden en cuanto al origen y significado de la voz CHUQUIS, lo mismo sucede en Perú. Todos aceptan que ya a finales del 1500 el poblado aparece en los documentos con el nombre de SAN LUCAS DE CHOQUE. Palermo Facundo Coz dice que el primer grupo étnico natural del lugar, muy anterior a la presencia de los incas, habría sido el de los CHOGUES, con el tiempo CHOQUES, y que de allí vendría CHUQUIS por problemas de pronunciación. Algo parecido a lo que nos está sucediendo con el DeVeDe o DiViDi. Por su parte José Varallanos opina que habría sido CHUQUI (sin la ese final) por el graznido de un zorzal asustado, mientras que para Garcilaso sería una cucharita de oro que usaba el inca. El catedrático Domingo Condezo aclara que la “ese” final fue una costumbre de añadirla cuando algunas palabras quechuas pasaban al idioma castellano. Lo cierto es que me llamó la atención en los “chuquisinos” la acentuación de las “eses”, como si fuesen santiagueños. No obstante, don Clicerio Matto Pérez opina que Chuquis significaría “matorral”, debido a que los pobladores que formaron el pueblo lo ubicaron donde había pantanos que hacían CHU-QUI al pisarlos.
El primer español que llegó a Chuquis fue don Juan de Fuentes en 1571, mientras que al nuestro lo hizo don Gabriel de Mercado y Reynoso en 1646. De todos modos, el principal recuerdo de los chuquisinos es para Santo Toribio de Mogrovejo.
Si bien Chuquis pertenece hoy políticamente a la provincia de Huánuco, departamento Dos de Mayo, culturalmente se saben y sienten con orgullo ser integrantes de la ancestral nación YAROWILCA, que en su época de esplendor llegó a estar integrada por 300.000 almas. Aquí conviene aclarar que ellos emplean otras nomenclaturas. Llaman “departamento” a lo que para nosotros es provincia, y “provincia” a nuestro departamento, “distrito” Chuquis con 156 km2. Esto último con un sentido algo parecido al que usábamos cuando nos referíamos a los que vivían “cerca” de nuestro Chuquis. Por ejemplo, don Justo Nieto en Chuquis Abajo, o don Juan Guzmán en La Aguada, o don Martiriano Falón en La Quebrada Grande, o don Clodomiro Herrera en La Quebrada de Yacurmana. El hecho es que el Chuquis peruano como capital del distrito tiene aproximadamente 650 habitantes, que llegan a unos 6.000 si les sumamos Ucromarca al este, y al oeste Huancán, Munanya, San Francisco de Casha, Huancapampa, Ninash y Tingo Chico. Para mayor precisión, se lo puede ubicar al Chuquis peruano en 09º 40’ 25” de latitud sud, y en 76º 46’ 09” de longitud oeste. Más sencillamente, un poco hacia el noreste de Lima, hacia el continente, casi llegando a la zona de la selva, pero a 3.355 msnm, mientras que el nuestro está a tan sólo 1.400 msnm.
Como en nuestro caso, para llegar a Chuquis hay que dejar la ruta principal y hacer un desvío de 6 km, más los 100 que lo separan de Huanuco capital de la provincia. Nosotros hacemos 2 km luego de los 80 desde La Rioja. Pero ellos tienen un punto de referencia colosal para saber dónde se debe doblar. Le llaman ESTACA MACHAY y se trata de un morro de unos 30 mt de alto, que termina en una construcción de piedra. Si la justicia yarowilca llegaba a la conclusión de que el comportamiento de una persona había incumplido la ley en grado demasiado notable, se la ejecutaba en Estaca Machay. Desde lo alto dejaban caer una cuerda, en la que se ataba al reo por la cabellera y se lo izaba hasta dejarlo amarrado a una de las estacas. Allí padecía este tormento hasta que le llegaba la muerte.
Recorridos los 6 km se llega a la “Plaza de Armas”, con una superficie de unos 50 mt x 50. En el costado norte de la misma se encuentra el antiquísimo TEMPLO del patrono San Lucas, con sus muy anchas paredes de adobe y un campanario más actual, también de adobe. En el costado sud se encuentra el moderno edificio de la MUNICIPALIDAD, donde ejerce su autoridad el “alcalde” del distrito Chuquis. Pero lo más notable es que la estatua que ocupa el centro de la plaza es en honor a una MAZORCA DE MAÍZ, símbolo del pasado, el presente y el futuro. De paso, no lo pude saludar al alcalde porque se fue a Huánuco el viernes y no regresó hasta el martes, razón por la cual la gente no disimuló su disgusto por el “faltazo” nada menos que a la fiesta de San Lucas. Fui tres veces y pregunté ¿Está el señor alcalde? Me respondieron Está viniendo. Un modismo para significar que va a volver en cualquier momento.
“Estatua del Maiz”
MISIÓN CUMPLIDA
Había pensado hacer tres gestos para concretar el hermanamiento entre los dos Chuquis. En primer lugar, llevar un poco de TIERRA chuqueña, que la tomé de la Loma Pircada, para que se abrace con la tierra chuquisina. Esto lo cumplí el martes a la tarde en el colegio secundario Manuel Scorza. Un profesor me acompañó y, luego de explicarles los motivos que me llevaron a hacer el viaje y de obsequiarles algunos folletos y videos, pude charlar con los jóvenes durante una hora y media. Estaban muy interesados por conocer cosas de Chuquis y de Argentina. Hasta me preguntaron si conocía a Messi y a Maradona. Llegamos a soñar (total, no cuesta nada) que el viaje de egresados pudiese ser para conocer “mi Chuquis”.
“esta es tierra chuqueña”
En segundo lugar, aunque en la práctica sonó a algo un tanto desubicado, llevé un poco de AGUA de la Yacurmana para mezclarla con la del río CHOGUERAGRA, uno de los afluentes del Marañón. Pero cuanto me enteré de que tienen un promedio de 1.000 mm de lluvias anuales y un conjunto de arroyos y ríos por los que corren unos 3.000 litros de agua por segundo, cambié de plan y me fui a la escuela primaria, la Nº 3224. Allí el director hizo una excepción, pues a la formación general la realizan sólo los lunes y viernes, y pude hablarles a los 340 alumnos y explicarles porqué estaba en Chuquis y qué iba a hacer con el agua. La maestra de turno les había hecho rezar el Padrenuestro y el Ave María. Después una alumna cantó para todos una canción, otro les hizo a sus compañeros la pregunta ¿Cuántas clases de división hay? Finalmente, otro les preguntó ¿Qué se dice casa en inglés? Esta invasión extranjera fue para mí una puñalada. Charlando con el director, salió el tema de los planes sociales del gobierno, pues yo había visto en la calle el letrero “crecer juntos”. A partir de este año los alumnos tienen comedor escolar y las mamás reciben 100 soles (= $ 139 argentinos) si presentan el calendario de vacunas cumplido y la constancia de la asistencia de sus hijos a la escuela. Así se está solucionando el problema de la deserción escolar. Finalmente me acompañaron a bendecir la tierra de ellos con agua de nuestra Yacurmana.
Al comenzar la novena, había propuesto a mi comunidad chuqueña llevar la CINTA con la que le mandamos besos a la Virgen del Rosario para colocársela a San Lucas. Así lo hice al finalizar la misa, cuando el cura me permitió subirme a las andas, porque son muy altas y grandes. De paso se me ocurrió y le arranqué a San Lucas un moño que, junto con algunos pétalos de flores que recogí de sus andas, colocaré tras de vidrio como recuerdo de este viaje y se lo regalaré a la Virgen del Rosario.
Por último y aunque no lo tenía previsto, fui a FM LUCERO DE CHUQUIS en la frecuencia del 99.5. Sus estudios son muy modestos, pero responden con eficiencia a la necesidad de mantener a la comunidad informada y comunicada. Allí volví a explicar los propósitos que me habían llevado a visitarlos y les canté a capella (¡caradura!) la canción de Ramón Navarro “Mi pueblo azul”.
OTROS DETALLES
Realizados estos cuatro gestos, me dije muy satisfecho “misión cumplida”. No obstante, me parece un desperdicio no relatar las otras experiencias de este viaje, vale decir el contexto del cumplimiento de mi propósito. Desde ya reitero que no pretendo hacer un relato exhaustivo, sino simplemente ampliar la información y de paso responder al pedido que me hicieron cuando vuelva nos tiene que contar cómo le fue.
LA FIESTA DE SAN LUCAS.
Cuando la historia registra la actuación de Santo Toribio de Mogrovejo, nos aporta el dato de que visitó el templo de San Lucas de Choque (hoy Chuquis), anexo de la parroquia de Nuestra Señora de Baños, en 1586 y volvió en 1593. Además de coincidir esta segunda fecha con la del hecho histórico que dio origen a nuestro Tinkunaco, bueno es recordar que Castro Barros menciona a este obispo de Lima como uno de los que más contribuyeron a la formación de la Iglesia en América, junto con Bartolomé de las Casas, San Francisco Solano, y San Luís Beltrán. Pero lo más llamativo es que ya no se reza la novena, sino que simplemente se celebra misa y se hace la procesión el 18 de octubre. Mejor dicho, que estos dos actos centrales de la Fiesta Patronal están enmarcados en cuatro días de música, baile y “brindis”. En la antevíspera, vale decir el viernes, las campanas del templo repican anunciando que comenzó la fiesta. Bajo las órdenes del curaca o inca, llamado RUCU, salen a la calle las PALLAS, las ñustas o doncellas del inca. Rucu y pallas con vestimentas típicas, bailan al compás de la música interpretada por una orquesta integrada por arpa, violín, trompeta, clarinete y saxo. Los pasos del baile se asemejan al “trotecito” o pasos cortos propios de una zona de alta montaña, como para no apunarse. Cada tanto las pallas recitan con voz muy tiple unos versos en castellano relacionados con el acontecimiento. Música, baile y brindis, expresiones muy impactantes animadas por el RUCU y la PALLAS, pero cualquier persona se puede sumar cuando lo desee y por el tiempo que lo desee. En la víspera, día sábado, continúa la misma historia, pero esta vez pasan la noche sin dormir. El domingo participan de la misa y la procesión. La “tomadera” termina recién el lunes por la noche. Todo esto da a entender que lo importante es que “están de fiesta”, más allá del motivo religioso o civil, público o privado. Así por ejemplo, el 28 de julio para celebrar la independencia del Perú (obtenida por nuestro queridísimo general don José de San Martín, bueno es recordarlo) o el 18 de septiembre cuando Chuquis fue elevado por ley a la categoría de distrito, o en casamientos, cumpleaños o bautismos. Pero la que tiene raíz ancestral es la del 24 de junio, cuando celebran a INTI RAYMI y a MAMA RAYHUNA. Festejan la natividad del dios Sol y con ella el comienzo de la vida sobre la tierra. Y al evocar a la Madre andina, levantan el espíritu y el corazón hacia quien cuida la vida del hombre, le aconseja, reprende y castiga como toda madre.
PRIMERA SÍNTESIS
Una síntesis de toda esta experiencia podría hacerla repasando el camino recorrido desde La Rioja hasta Chuquis de Perú. Viajé en ómnibus hasta Buenos Aires y tomé avión en Ezeisa el jueves 15. En cinco horas estuve en Lima. Después del abrazo “en vivo y en directo” con Flavio (nos conocíamos sólo por mail y por teléfono) fui al hotel para pasar la noche por 20 soles. El dato vale para comenzar a comparar precios, pues un sol equivale a 1,39 pesos argentinos. Al mediodía del viernes tomamos un taxi “compartido” (pues habíamos perdido el último “bus”) y pagamos 24 soles para recorrer 200 kilómetros por la carretera central hacia el noreste. Así, después de cuatro horas de viaje, llegamos a OROYA, no sin antes haber trepado los 4.800 msnm en TICLIO y sorteado los efectos de la puna. Los restantes 200 km ya no fueron asfaltados sino de tierra consolidada y el nuevo taxi compartido anduvo cinco horas por 30 soles. Así llegamos a HUÁNUCO, capital de lo que para nosotros es provincia pero que ellos llaman departamento. Antiguamente fue el centro de la nación de los HUÁNUCOS. En muchas partes este tramo desde Lima hasta Huánuco se parece mucho al que hay entre Mendoza y Santiago de Chile, hasta con túneles. El sábado a las siete de la mañana retomamos la marcha, esta vez en colectivo y por un camino que están asfaltando por tramos. El que nos tocó llevaba las “maletas” en la parrilla del techo tapadas por un toldo, porque en cualquier momento puede caer un chaparrón. Adentro había más bultos que pasajeros, porque habían bajado al poblado a hacer compras. Recorrimos los 106 km, de Huanuco a Chuquis, en ocho horas por 12 soles. Vale decir que en total anduvimos 500 km desde Lima hasta Chuquis durante 17 horas por 66 soles.
SEGUNDA SÍNTESIS
Otro modo de hacer una síntesis de esta experiencia es tomando como punto de referencia la topografía, porque impone determinadas e ineludibles condiciones de vida, que a su vez constituyen otras tantas diferencias entre el Chuquis peruano y el argentino. En esta zona, todo, absolutamente todo, es montaña y de gran altura. Prácticamente no hay valles con sus planicies, como en nuestro caso. Por consiguiente, la vida se desarrolla en las laderas del cerro, como si estuviésemos en la quebrada de Yacurmana o la del dique de Los Sauces. Este detalle incide, por ejemplo, en el tipo de caminos, en la vegetación y en los asentamientos humanos. Esta vendría a ser una de las grandes diferencias entre los dos Chuquis. Mientras ellos viven en la ladera del cerro, como si estuviesen “colgados” del mismo, nosotros lo hacemos al pie del cerro, en la planicie del valle. Intentemos pues hacer una síntesis desde la perspectiva de esta incidencia.
LOS CAMINOS.
Por tratarse de un recorrido en la ladera del cerro, tratando de ganar altura, el trayecto se hace muy largo en tiempo más que en recorrido. Me hizo recordar a la antigua Cuesta de Huaco. Este detalle de “camino de cornisa”, que llega trepar los 4.800 msnm explica sin mayores dificultades el porqué empleamos tantas horas para recorrer tan solo 500 km. Íbamos buscando la naciente de alguna quebrada que nos permitiese continuar andando y ganando altura. Allá, muy abajo, con seguridad corre un río que va recogiendo pequeñas caídas de agua, que las hay en cantidad asombrosa. Ya dije que el caudal de agua en la zona alcanza los 3.000 litros por segundo. A esto hay que agregarle que, por esa misma razón, la cornisa tiene un ancho de menos de diez metros entre el cerro y el precipicio. Este ¡pequeño detalle! exige que el vehículo esté en muy buenas condiciones, particularmente en sus frenos, y al chofer tener muy bien controlados sus reflejos, sobre todo cuando debe sortear un charco en tierra gredosa o se encuentra con otro vehículo. Varias veces los vi dialogar a ambos choferes, dignos de toda felicitación, para ponerse de acuerdo sobre quién retrocedería y quién avanzaría primero. Otra de las cosas que me llamó la atención fue que, al llegar a un poblado o caserío, el camino seguía teniendo el mismo ancho, unos siete u ocho metros, lo que significa que el vehículo, que comúnmente llaman “carro”, pasaba prácticamente entre las viviendas como si fuese el patio de la casa. Algunos “bus” todavía llevan el equipaje en la parrilla del techo y la mercadería ocupa la mayor parte de su interior, incluyendo el pasillo.
LA VEGETACIÓN
Cada tanto la vegetación natural me hablaba de “mi” Chuquis, porque se me presentaba con tunales; también con agabes, a las que ellos llaman MAGUEY o CHUCHAO. Recuerdo que en mi niñez tuvimos en Chuquis un cerco con “penca Isabel”. El árbol autóctono es el ALISO, al que llaman MAMRASH. Pero se dejaron tentar por los eucaliptos que les proveen varas largas y livianas para los techos, además de leña para el fuego, porque la pobreza en muchos casos no les permite tener una garrafa de gas. Con el tiempo se dieron cuenta de que el eucalipto desprende una resina que vuelve estéril al suelo y hace inútil el sembrar.
Esta observación de la naturaleza comenzó a ser modificada por un fenómeno que lógicamente proviene de la intervención de la mano del hombre. Poco a poco me fui dando cuenta de que la falta de arboledas y de pasto, y que se me presentaba como grandes o pequeños paños de diversos colores, como si fuese una tela estampada, eran sembradíos indispensables para la subsistencia. Aquí el que no siembra, no come. Largas hileras de plantas de maíz, o de papas, o frijoles como ellos llaman a nuestros porotos. Pero noté la falta de cercos o alambrados que señalasen la pertenencia de los terrenos a distintos dueños. “Pues que el respeto al sembradío del otro para nosotros es sagrado”, me respondieron. También vi animales pastando, cuidados la mayoría de las veces por niños o por mujeres. “Para eso no hay problemas. Aquí nadie impide que las vacas, burros, ovejas, cabras, caballos y hasta chanchos, coman el pasto, con tal que no dañen el sembradío”.
Me mostraron el aparato con que siembran las papas. Es un palo largo, CHAQUITACLA, con un mango en el medio, un pedal para apoyar el pie, y una punta que hace el hueco donde depositan la semilla. Es tal la humedad del suelo, alimentada por nubes, lloviznas y los muy abundantes “ojos de agua” que hacen pensar que del cerro caen lagrimones, que no necesitan riego artificial, que por otra parte sería imposible dada la topografía tan especial. La papa es un elemento básico de la alimentación andina, casi se podría decir que es efectivamente “el pan nuestro de cada día”. Las hay de varias clases, siendo la más común una pequeña, un poco menor al tamaño de una pelota de tenis. La hacen hervir con cáscara y está siempre lista sobre la mesa para acompañar a cualquier plato o para ser comida sola. El surco donde se siembra la papa también es llamado RAYHUNA, evocando a la Madre andina que cuida a sus hijos.
También averigüé sobre el MAIZ, el otro alimento fundamental de América. Hay una gran variedad: el blanco para la harina o el mote, el amarillo para los animales, el marrón para tostar, el negro para fabricar la chicha. El período de siembra es mucho más prolongado que el nuestro, porque los cerros siempre tienen suficiente humedad y no necesitan esperar las lluvias como nosotros. Una vez cosechado, lo guardan bajo techo colgando las mazorcas en manojos, las GUAYUNCAS, como nosotros lo hacíamos con los racimos de uva para hacer pasas.
VIVIENDAS.
Ya desde Lima me comenzó a llamar la atención, además de la subida y el caracoleo del camino, las poblaciones. Mi amigo Flavio me las iba nombrando, a veces traduciendo su nombre o también brindándome algún comentario geográfico o histórico. Para nuestra mentalidad, diría que más bien se trata de “caseríos”. Los cordobeses suelen usar esta expresión “vamos pa’ las casas”. En realidad de eso se trata, de un reducido conjunto de pequeñas casas, no siempre pegadas una a la otra. Por lo general no al mismo nivel, porque así lo requiere la ladera del cerro sobre la que están construidas. De este modo, en una distancia de unos 50 mts este desnivel produce que el piso de la primera casa esté a la altura del techo de la última. El material dominante es la tierra, trabajada en “tapial” (tierra humedecida apisonada en un cajón o molde) o el tradicional adobe revocado con barro. La dificultad del desnivel del terreno los obliga a construir un primer piso, aunque ellos con más lógica que nosotros le llaman segundo, porque nuestra planta baja ya es el primer piso. Además, por este tema del desnivel la pared del fondo es prácticamente el doble de alta que la del frente. Todavía conservan el empleo de la paja para el techo, pero sin cubrirla con tierra, algo parecido a nuestros quinchos. Pero poco a poco van ganando la batalla las chapas de zinc. Algunas puertas de calle son labradas y las ventanas de tamaño reducido y con balcón a la calle.
OTRAS CUESTIONES MENORES
Prácticamente todos los “chuquisinos” visten como nosotros; muy pocos lo hacen según la costumbre yarowilca, parecida a la de los collas del norte argentino. Emplean indistintamente el castellano y el quechua, aunque con ciertas deficiencias en la construcción gramatical y en la concordancia del femenino o el masculino, el singular o el plural. Son de pronunciación más bien rápida y en un tono de voz un tanto bajo, lo que a veces dificulta entender lo que dicen. Son muy formales para saludar; dan la mano y, con una especie de reverencia, pronuncian todos sus nombres y el doble apellido.
En los 106 km entre la capital Huanuco y el distrito Chuquis llegué a anotar 22 caseríos. COTOSH con un sitio arqueológico de trascendencia nacional, HIGUERAS con su puente, HUANCAPALLAC, PUNCHAO, MITO con sus laderas de barro, PUENTE VERA y PAMPAS, donde terminaba la nación de los huánucos y comenzaba el reino yarowilca. CHASQUI, YAROWILCA, AJASCHICO, AYAPITEJ con su leyenda del cadáver que terminó de expirar por deshidratación, CORONA DEL INCA con sus 3.800 msnm, CHUNTARAGRA, CUTIPUCHIO, LLICLLIATAMPO, PUCAPUCA, PILCOCANCHA o maíz tostado, CHAVINILLO que fuera capital de los 300.000 habitantes yarowilcas, HUAYCULANO, COLLQUILLAS donde están asfaltando la ruta, ACOBAMBA o pampa de arena, y ESTACA MACHAY que indica que se debe iniciar el desvío hacia Caquis.
A LOS CHUQUISINOS QUE VAYAN A LEER ESTE ESCRITO LES PIDO DISCULPAS SI MIS DATOS NO SON DEL TODO EXACTOS O NO SON LOS MÁS IMPORTANTES PARA ELLOS.
Antes de emprender mi viaje de regreso, me reuní con los chuquisinos que viven en Lima y se han agrupado en una institución. El diálogo y los proyectos de mi amigo y electricista Flavio de venir a visitarnos el próximo año, me hacen acariciar la idea de que lo mío bien puede ser el comienzo de un hermanamiento que irá creciendo.